miércoles, abril 23, 2008

El Misterio de la Casona del Naranjo

Hacía ya mucho tiempo que no entraba a aquella casa, pero aún así recordaba su escencia como si estuviera viviendo en ella. Tenía unos dos años cuando pasé el mayor tiempo ahí, durmiendo, comiendo y viviendo en sus interiores. No fue sino hasta muchos años despues, ya de adolescente, cuando aquella experiencia comenzó.

Es una casa grande, muy muy antigua, que se rehusa a ser demolida, a ser vencida por el tiempo. Dejé de habitarla al año de vivir en ella, pero nunca la olvidé y siempre tenía la extraña sensación de que quería regresar a vivir ahí. Solo la visitaba frecuentemente porque otros familiares seguían habitándola, hasta que en aquella ocasión, se me cumplió quedarme a dormir ahí una vez más. Debido a que esos familiares que la habitaban saldrían de la ciudad por un tiempo considerable, acepté quedarme a vivir ahí para cuidarla en su ausencia.

A mis 14 años todavía veía esa casa muy imponente y enorme. Dos largos y anchos pasillos encuadraban un gran patio central, donde un viejo -estaba seguro que se encontraba ahí desde incluso antes que la casa fuera construída- pero lleno de vida árbol de naranjo marcaba el centro exacto de ese patio. En el pasillo de entrada a la casa están dos habitaciones de gran espacio y sobre el pasillo la sala de estar. Al fondo de la casa sobre el mismo pasillo estaba una pequeña cama que utilizaban para visitas ocasionales, justo antes del baño que a pesar de no ser el único, todos en aquella casa preferían. El segundo gran pasillo que conecta con el primero en forma de "L", mas largo aún, se conforma por otros dos cuartos, el comedor y la cocina hasta el fondo del pasillo. El pasillo de uso común, que pasa por fuera de los cuartos, era mucho más angosto que el pasillo de la sala de estar, por lo que siempre transitabamos por ahí de una sola persona a la vez, y la que yo suponía era la razón principal -pasillo angosto y muy largo- por la que nadie iba al baño que se encontraba justo al lado de la cocina, y para ir a la cocina o al comedor, era normal que llegaran cruzando los cuartos por dentro, y no pasando el pasillo por fuera.

Como era de esperarse, a pesar de que no todos los cuartos estaban ocupados, me asignaron la pequeña cama que está entre el cruce de los pasillos y el baño para dormir aquella vez. Nunca supe porqué no abrían y usaban aquellos grandes cuartos que nadie usaba, y a estas alturas a pesar de tener mas curiosidad que nunca, es cuando menos quiero saber.

Siempre ha sido una casa muy silenciosa, y por estar al aire libre en la zona de su patio central, el viento siempre ha soplado y andado por todos los rincones, por lo que nunca le había dado importancia a los ruidos nocturnos que siempre daba por hecho que era aquel viento que de por si invisible, menos se podía ver aquella noche de luna nueva. Había una oscuridad total, calculo que era entre la una y las tres de las madrugada cuando empecé a escuchar el naranjo crujir ante la insistencia del viento. No solo eran las hojas que se mecían, una vez despierto y alerta, podía escuchar como sus ramas tronaban. Era un árbol verde por fuera, pero parecía hueco por dentro por los silbidos que despedía cuando el viento se metía en él. Cayeron dos o tres naranjas al suelo y rodaron ayudadadas por el viento que no paraba de soplar. En ese momento supe que no era un viento cualquiera, podía sentirlo, era frío y fuerte. Tuve miedo, me tapé con la sábana que se ondulaba y dejaba pasar las corrientes de aire, totalmente enrrollado para poder conciliar el sueño de nuevo, no pensaba ni por asomo que aquella noche no dormiría en absoluto.

viernes, abril 18, 2008

Historias De Quemados

No, no hablo de quemados como aquellos que solo vienen a hablar mal de otros para dejarlos expuestos a la sociedad, tampoco hablo de aquel popular juego de golpearse con una pelota. Este es un tema mucho más serio y delicado que los anteriores, por eso quiero advertir a cualquiera que está leyendo estas lineas que si no es de estómago fuerte, es preferible que se salte esta entrada y no siga leyendo. Dicha esta aclaración, los que siguen aquí, advertidos están.

Como más de alguno sabe, hace unas semanas me fui de campamento a una playa de Michoacán llamada "La Manzanillera", donde sufrí un fuerte accidente a la hora de estar en la fogata. Resulta que para evitar ensuciar la playa, hicimos la fogata dentro de una olla. Cuando quitamos la olla de la arena, al regresar yo pisé la arena donde había estado unos minutos antes la olla con la fogata dentro. En unos segundos sentí que me había quemado, y retiré el pie. Quemadura de segundo grado en toda la planta del pie derecho y encima de los 5 dedos (hasta donde se me alcanzó a enterrar el pie). Visualmente me quedé sin piel en todo el pie, me dio bastante temor y dolor, como nunca había sentido (dicen que los que mueren de quemaduras de 3er grado mueren primero por el dolor que por las heridas, solo para que se imaginen el dolor). Llevo tres semanas de constantes curaciones y apenas se empieza a ver un poco de recuperación.

Pero en realidad no era mi intención contarles mi caso, quiero contar otros dos casos de los que me enteré (pero no me consta que sean reales) ahora que he pasado por esto de sufrir una quemadura y les conté mi caso para que entiendan como hay de quemaduras a quemaduras, y cómo estas historias aparte de sufrirlas, me ayudaron a entender que corrí con bastante suerte, siempre hay un peor escenario. Son dos casos tan fuertes que me quedé horrorizado al escucharlos, y que quiero compartir no por morbo, si no para que sepan lo sumamente peligroso que es manejar el fuego y cosas calientes y que se aseguren de siempre tomar las medidas de seguridad necesarias, ni a mi peor enemigo le deseo un accidente como el que yo sufrí, mucho menos los dos siguientes escenarios.

El primer accidente ocurrió en la casa de una señora que solía vender pozole y menudo, dos platillos típicos mexicanos que se sirven muy calientes. Como cocinaba grandes cantidades, tenía una olla muy grande donde ponía a hervir los caldos necesarios para estos platillos. En una ocasión que tenía esta olla al fuego, y el caldo hirviendo, uno de sus pequeños hijos de apenas 3 años se acercó a la cocina a tomar un vaso. Dado que los vasos estaban colgados muy altos, el niño se las ingenió para usar un banco y subirse para alcanzar el vaso. El niño perdió el equilibrio y al caerse fue a dar directo dentro de aquella enorme olla con el caldo hirviendo. Por el tamaño del niño y de la olla, nadie se dio cuenta del accidente hasta mucho despues, cuando ya vieron al pobre niño totalmente cocinado dentro de la olla. Díganme si no es para revolver el estómago este lamentable accidente. Debemos de cuidar a los niños, de evitar calentar en lugares comunes para ellos, de explicarles los peligros.

El segundo accidente donde se involucran quemaduras, es igual de increíble que parece sacado de una pesadilla, pero me aseguran que es tan real como comprobable (notas de la fecha en el periódico). Sucedió en un taller mecánico, un negocio familiar de padre e hijo. El hijo estaba haciendo una revisión debajo de un automovil cuando algo hizo que el auto se prendiera en llamas. El fuego alcanzó al muchacho de unos 21 años, el cual rápidamente se levantó e intentó apagar sus ropas que se prendían. El padre al escuchar los gritos de auxilio de su hijo, corrió al lugar y al ver tal escena se asustó y perdió la calma, tomando un bote que tenía cerca y arrojándole el agua que contenía para apagar el fuego que quemaba a su hijo. Lamentablemente, aquello estaba muy lejos de ser agua, era gasolina. No puedo imaginarme más allá de este de accidente, el dolor enorme de ambos, padre (psicológicamente) e hijo (físicamente) que debieron sufrir es simplemente incomprensible. No solo basta con tener precauciones para evitar los accidentes, sino además no debemos permitirnos perder la calma cuando estos ya estén ocurriendo y preferiblemente demorar unos momentos en lo que comprendemos la situación y tomar la mejor medida para solucionarlo, a hacer lo primero que se nos ocurra y empeorar astronómicamente las cosas.

Ambos casos bastante fuertes y que al menos que no se tenga alma, no podríamos sentir empatía. El fuego es peligrosísimo, lo viví en carne propia para comprenderlo, ustedes queridos lectores, no esperen un accidente para respetar a tan venerable pero inestable elemento como lo es el fuego. Espero pronto poder hacer un escrito con consejos y acciones reales (no como algunas que circulan por la red) sobre qué hacer en caso de una quemadura, consejos que aprendí y constaté con especialistas ahora que sigo tratando la mía propia. Hasta entonces.

jueves, abril 10, 2008

La realidad siempre supera la ficción

Hace unos días leía la noticia de que el gobierno de Venezuela estaba retirando del aire al programa de "Los Simpsons" de la televisión de ese país, por considerarlos inmorales y no aptos para todos los niños venezolanos, después de todo es un modelo de familia que representa la vida de los Estados Unidos, aquel país que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ve con tanto odio y desaprobación. Aquí les pongo un extracto de esta noticia:
Tras la advertencia del Consejo de Telecomunicaciones (Conatel), Los Simpson fueron retirados del aire y en su mismo horario -de lunes a viernes a las 11 de la mañana- aparecen ahora las salvavidas de Guardianes de la Bahía ( Baywatch), ataviadas con sus característicos y diminutos trajes de baño rojos.
En cuanto leí que habían sido cambiados por la serie "Baywatch" -que por cierto no sé como puede tener más moral cuando solo salen chicas con grandes escotes denigrando a la mujer- recordé el capítulo de otra serie estadounidense llamada "South Park" que curiosamente también analiza y refleja el estilo de vida y la moral de ese país. Un capítulo emitido el 17 de septiembre de 1997 (¡casi 11 años antes!) muestra a unos padres preocupados por sus hijos que hacen lo imposible para retirar de la TV una serie llamada "Terrance & Phillips" por considerarla grosera. En su lugar la televisora pone nada mas ni nada menos que a... ¡¡ Baywatch !! .... curioso que Venezuela se comporte ahora como Estados Unidos tiene fama, preocupándose por cosas triviales "por sus hijos" cuando estos deben tener otros problemas y simplemente no son escuchados. He puesto un extracto de lo más importante de ese capítulo de South Park y vean por ustedes mismos como son las ironías de la vida, y como la realidad siempre supera con creces la ficción:
Increíble como Venezuela peca de lo mismo que aquél país que no pueden ver ni en dibujos animados.