jueves, junio 22, 2006

Perdido II

Estaba tan obscuro que daba igual si tenía los ojos abiertos o cerrados, de hecho de nada servía tener ojos. El olfato y el oído se agudizaban hasta límites sobrehumanos, y así fue como le llegó un extraño olor a pólvora. De pronto una voz familiar comenzó a crecer, hasta que claramente se le entendía: -“¿Porqué has regresado? Ya es muy tarde, corre, vete, déjame aquí, esta vez no te lo reprocharé”. Enrique no sabía que decir, ni siquiera hacia dónde dirigir su voz en esta inmensa obscuridad. –“¿Acaso tu conciencia te traicionó como tú me traicionaste a mi? ¿Te arrepientes de lo que haces? ¿Es pena lo que sientes por mi y nada mas?”. No podía soportarlo más, Enrique se tapó los oídos y cerró los ojos como si pudiera hundirse más en una obscuridad abismal, y gritó a los cuatro vientos: -“¡¡YA BASTA!!, REGRESÉ PORQUE A PESAR DE QUE ME HACES SUFRIR, JUSTO COMO EN ESTE MOMENTO, ¡¡TE AMO!!”. Si, debió ser por eso, debió haber convencido a aquella voz femenina porque no volvió a pronunciarse.

Después de un silencio misterioso, la obscuridad total se empezó a desvanecer, como si amaneciera con un sol tan rojo que todo lo que iluminaba se teñía de ese color. El olor a pólvora había sido sustituído por un desagradable olor a sangre, que hacía un juego perfecto con aquella calle donde estaba parado y que podía ver perfectamente ahora que la obscuridad se había desvanecido. No lograba reconocer ese lugar de tono rojizo, lleno de casas a los lados y un camino empedrado como calle. Volteó la mirada y reconoció una de las casas, la cual tenía la entrada diferente a las demás porque hacía la función de una taberna. Sabía que el olor a sangre y ver las cosas como si tuviera lentes rojos, significaban muerte, por eso corrió a la taberna, porque ahora comprendía que la voz femenina había salido de allí. Corrió con tanta desesperación y ansia, que cuando por fin abrió de par en par las puertas, una fuerte sacudida lo succionó de esa realidad.

Enrique despertó bruscamente, le dolía todo el cuerpo y tenía un terrible dolor de cabeza. –“Vaya, al fin has despertado”. Le recibió un hombre vestido totalmente de verde, un militar. –“Soy el médico de la 7ma división de infantería de la armada de México. Te encuentras en una carpa de atención, y aunque no portas uniforme militar, descubrimos que eres mexicano por una identificación encontrada entre tus pertenencias.”. Enrique seguía sin comprender nada, estaba más perdido que nunca, así que pensó que al tratar de entrar a la taberna se habría golpeado y estaba soñando. –“¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?”. Preguntó. –“Parece que has perdido la memoria, estás en París, estamos en guerra con Francia.”. le contestó el médico militar. –“¿Guerra? ¡¡Oh no puedo creerlo!! .... ¡¡Michelle!!, ¿Dónde está Michelle? ¡¡¡Michelle!!!. Todavía no comprendía si era una broma pesada, si estaba soñando o si era una realidad espantosa, pero aquel intenso dolor que sintió al querer levantarse histéricamente, lo tumbó de nuevo y supo que se trataba de su tercera opción. –“¡Tranquilo! Si se refiere a la muchacha con la que fue encontrado, se encuentra bien, en otro lugar. Cuando se recupere la llevaré con ella con gusto.” Se ofreció el médico.

-“¡Doc!, sus heridas de bala ya están sanando, pero por su expresión deben seguir doliendo mucho.” –Dijo el que parecía ser el ayudante del médico al ver que Enrique no paraba de gemir y retorcerse, ignorando que se debía a la enorme preocupación que tenía por esa chica llamada Michelle. –“Lamentablemente siguen sin surtirnos con morfina, ponle el trapo con cloroformo de nuevo.” –Le ordenó el médico a su ayudante. Y entonces de nuevo Enrique caía en un sueño profundo, esperando que la próxima vez que despertara, las cosas estuvieran un poco más claras.

domingo, junio 18, 2006

Perdido

-¡¡Correeee!! ¡¡Corre Enrique!!, ¡viene justo detrás de ti!.
-¡¡Eso trato de hacer!!, ¡pero no puedo moverme! ¡Mi cuerpo no responde!
-¡Tú puedes Enrique!, ¡lucha, libérate! ¡¡No basta con desearlo!!
-¡Estoy luchando! ¿Es que no ves el esfuerzo que hago?
-Lo siento ... no puedo quedarme más, ya te ha alcanzado ... adiós ...
-¡Nooooo!

Ese fue el momento en que se dejó a su suerte, y Enrique se resignó a ella. Esperando que por lo menos fuera una muerte lenta y dolorosa cerró los ojos y de tener su corazón latiendo 400 veces por minuto, dejó que pasaran 10 segundos entre el último latido de la serie y el siguiente, recordando lo corta que fue su vida. Se vio en un bar platicando amenamente con gente totalmente extraña pero que por alguna razón los trataba como amigos de toda su vida (y recordó de nuevo lo corta que fue), y no recordó ese momento por haber sido de gran importancia, sino porque le era imposible recordar algo más antiguo que eso, como si no hubiera vivido antes de ese día en el bar. Luego de 5 segundos de pensar en ello, ahora se veía totalmente ebrio y tirado en una mesa de aquel lugar, levantando la vista y descubriendo que estaba totalmente solo. Más tardó en recordar preguntarse a donde habrían ido todos cuando de pronto un ruido ensordecedor lo puso en pie, y sin pensar en qué lo habría causado, salió corriendo de aquel lugar sin detenerse un instante, corriendo calle abajo en un pueblo tan desconocido como sus amigos del bar y que estaba en ruinas, como si se tratase de una zona de guerra. El escalofriante ruido le sonaba cada vez más cerca del oído, y entonces una parte de su conciencia le gritó: -¡¡Correee!! ¡¡Corre Enrique!!, ¡viene justo detrás de ti!. Sus 10 segundos recordando su –corta- vida habían terminado, y supo que aquella cosa que lo había perseguido, lo había alcanzado en el momento en que los oídos le reventaron.

Tuvo la enorme sensación de que se ahogaba, y que en un instante salía a la superficie y tomaba el aire con todas sus fuerzas. Su corazón latía tan fuerte y sus pulmones se saciaban de aire tan ferozmente que no pudo comprender nada, más que escuchar una voz apagada decir, -“Señor... ¡ha vuelto!” y otra voz contestar -“¡Aún no es momento! ¡Regrésalo!”, y sintió que alguien lo sumergía con fuerza al fondo del agua de nuevo, llevándose consigo un extraño olor a alcohol.

domingo, junio 11, 2006

El Código GiBraiNe

En mi larguísima ausencia entre compromisos escolares (estoy a unos días de terminar mi licenciatura y a otros tantos de hacer el examen de certificación SCJP) y otros proyectos que lamentablemente terminaron mal, encontré lo que todos quisieramos saber mientras estemos vivos. Me refiero al significado de la vida. Lamentablemente es algo tan complejo que nadie lo entendería y estoy seguro que no es un significado universal, por lo que no lo voy a publicar o por lo menos no para la vista de cualquiera. Si lo publico es porque éste es mi blog, y no quiero olvidar lo que encontré así de que lo guardo aquí para mis propias futuras referencias.

Así pues, he armado un código (con eso de que están de moda) y le he puesto El Código GiBraiNe para denotar su exclusividad y para que de verdad no se molesten en descifrarlo, si a caso dos o tres personas lo comprenderían ;)



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Así de corta pero de significativa es la razón de la vida, aquello que deja 100% claro el porqué uno está con vida y el motivo por el que aún no he corrido a cortarme las venas con un ejote. Nunca creí que el universo guardara un secreto tan hermoso =). Ahora me voy a seguir disfrutándolo mientras aplique :P