viernes, julio 07, 2006

Perdido III

Esta vez los sueños inducidos por el cloroformo llevaron a Enrique a un lugar muy apartado, en una colina donde sólo se veía una casita. Hacía un clima espléndido, y disfrutaba ir caminando hacia la pequeña casa como nunca había disfrutado caminar. Cuando llegó a la cima notó que no solo el clima era perfecto, también la vista era increíble. Tocó la puerta, y una muchacha exageradamente hermosa abrió. -"Oui?" dijo la joven. -"Disculpe pero no hablo francés, Do you speak spanish? english?" -Le contestó Enrique, con una expresión de alivio en su cara. -"Claro, puedo hablar español, ¿Qué se le ofrece?" replicó la joven, un poco extrañada de ver a ese personaje frente a su puerta. -"Ah, usted verá, me llamo Enrique y vengo de muy lejos, de México. Estoy en Francia por razones laborales, pero ya tengo aquí una semana y no había tenido tiempo de conocer esta bella ciudad que es París, por lo que temprano esta mañana salí en auto a conocer el lugar, pero en medio de estas hermosas colinas se descompuso el auto en la carretera, y vengo aquí pidiendo su ayuda." - Se explicó Enrique ante la joven, notadamente nervioso. -"Ah, si puedo ayudarle, tengo teléfono celular, mi nombre es Michelle, pase, póngase cómodo, voy por el teléfono".

Enrique pasó y se asombró de que fuera una casa tan pequeña por fuera pero muy acogedora por dentro, afuera hacía frío y adentro apenas se sentía fresco. Mientras esperaba, oliendo aromas que había olvidado como la tierra mojada o el olor a un bosque cercano, recordó que los últimos 6 años los había pasado sin descansar, de un lugar a otro, trabajando, y no se había dado tiempo para él. Justo cuando Michelle regresaba con el teléfono, supo que ya no quería que lo sacaran de ese lugar tan apartado. Le pidió a Michelle que lo dejara descansar un momento antes de hacer su llamada, la chica francesa fue muy amable y los dos platicaron cerca de dos horas, sobre sus propias vidas, y sus similitudes. Michelle había terminado su carrera en turismo, y ese fin de semana que apenas comenzaba, se había ido a descansar a su casa de campo. Michelle conocía México e incluso quería ir de nuevo para vivir allá. Conforme más pasaba el rato, los dos caían en un trance que pasó por la amistad, el cariño, el romance, el amor y la pasión.

-"¡Despierte!, ya es hora de irnos." -Una voz lo despertó, y maldijo por ser interrumpido en el sueño más especial que había tenido, pero luego se dio cuenta de que en realidad había pasado, estaba en parís, habían pasado 4 años desde eso. Ahora había guerra entre su país México y donde se encontraba, Francia. Había regresado para rescatar a Michelle y llevársela con él a México. Ya recordaba todo, Estuvo cerca de un año en aquella colina, quiso hacer de eso su vida, pero Michelle no se lo permitió y sufría por eso, perdió su fructífero trabajo y todos sus conocidos en México lo daban por muerto, y entonces se regresó al verse derrotado, al no comprender aquella relación tan perfecta pero que Michelle no dejaba que se mantubiera estable, era ilógico para él, pero para ella parecía tener mucha lógica. En México, era un desconocido, y no hizo nada para remediarlo, pasó 3 años atormentándose, estando cerca de Michelle solo por correo, y ella solo le contestaba fríamente una de diez solo para hacerle ver que seguía viva. Temía tanto ser nockeado por ella que no iba a verla a París.

Entonces se vino la guerra y dejó sus sentimientos junto con su orgullo y se logró colar en un barco militar. Llegó a parís, fue hacia las colinas pero no eran mas que montículos de tierra aplastados por las bombas, desconsolado fue a la ciudad, y en medio de aviones surcando los cielos y orugas transitando las calles, gritó su nombre a los cuatro vientos. Sin resultado y cansado entró en un bar a refrescar su garganta. Tomó un asiento y pidió algo fuerte de beber. Empezó a sentirse triste, desconsolado, abatido. Pidió otra bebida y otra más. Empezó a preguntar por Michelle a los que ahí se encontraban, y a conversar con ellos ahora totalmente desinhibido por el alcohol. Y entonces el cantinero escuchó su historia. -"¡Yo conozco a una Michelle! ¡Viene aquí muy seguido desde hace dos años!, seguramente hoy estará en el bar de enfrente, pues la guerra no ha llegado a este lugar, y no nos damos abasto y hemos abierto otro." -Interrumpío el cantinero. Antes de que Enrique pudiera expresar un asombro, alegría, júbilo, un fuerte zumbido ensordeció a todos. Alguien gritó "¡¡Nos bombardean!! ¡¡ es un ataque sorpresa!!.

Enrique estaba tan borracho que no podía correr, pero luchando con su conciencia, logró colarse entre la multitud, y mientras todos corrían lejos de ese lugar, él corría en dirección contraria, hacia el bar de enfrente, ilusionado por la información tan oportuna del cantinero. Y entonces se dio cuenta que soldados mexicanos lo seguían, eran sus amigos, pero estando en París, eran enemigos, y por ello se asustó. Corrió con todas sus fuerzas, llegó al bar, logró ver a Michelle y ella a él, pero entonces una bala le dio en la espalda y lo tumbó. Perdía el conocimiento, y Michelle le gritaba desconsoladamente, asustada de perder al hombre que la tuvo perdida durante 3 años, pero Enrique creía que ella le reprochaba, y con sus últimas energías le gritó y se desmayó.

Cuando volvió en si, Enrique la iba arriba de un carro militar, lejos de la carpa donde había estado recuperándose de sus heridas de bala. -"Ha estado muy pensativo en todo el camino señor"-Le dijo el doctor que lo había atendido y que venía a un lado suyo. "No se preocupe, no gaste sus energías, ahora mismo lo llevamos con su amiga". -Terminó de decir el Doctor. Enrique sonrió como no lo había hecho en 3 años, nunca se había sentido tan agradecido con una persona. Le había salvado su vida y ahora le iba regresar la razón de ella.

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