martes, abril 18, 2006

Despedida De Una Vida Primaria III

Amaneció con un frío de aquellos que calan los huesos, pero aquel grupo de 5 ex-estudiantes de primaria y un don nadie de la vida que era chofer se habían desvelado viendo pornografía barata por televisión en lo más alto, lejano y obscuro de una montaña dentro de una cabaña que a pesar de que no calentaba en absoluto, la actividad que los entretenía dentro los mantenía tan calientitos como cuando sus mamis les arropan antes de dormir en casa. –“Ya me cansé de utilizar mis fantasías para ver unas tipas en cueros, la verdad es que ni cerrando los ojos puedo, ¡¡esto es un fraude!!” –dijo soñoliento Carlo. –“Bueno no es mi culpa que tengan una mente novata, yo puedo imaginarme perfectamente a estas viejas en pelotas ñam ñaam”. –contestó McGiver, tratando de no parecer un perfecto idiota al haber defraudado a unos chavales. –“Naaa no mames McGiver, ¡¡son infomerciales!!, ya hasta tengo ganas de comprar esos pinches aparatos para reafirmar las nalgas más que correr a una cabaña de morras y bajarles la faldita” –dijo enfadado José.

La credibilidad de McGiver habia perdido puntos, si hubieran encuestado a los 5, uno de ellos diría rotundamente que el chofer no la armaba y que siempre había creido que era virgen. El caso es que aun así, por ser un cabrón vale madre, lo siguieron ese dia a buscar problemas en ves de irse a las actividades ñoñas que realizaban la profesora regordeta y los padres de familia que ahi estaban. Esta vez fueron al cuarto de las maquinitas, donde McGiver les enseñó el truco de golpearlas hasta que regresaran las monedas que habían sido introducidas. Beto se emocionó porque en realidad funcionaba. Salían las monedas a borbotones y ya les empezaban a salir cayos de tanto jugar hasta que de pronto la maldita máquina no quiso seguir siendo bondadosa y ni una moneda soltaba. Hasta los golpes de McGiver a la Chuck Norris eran en vano, pero Carlo no se dio por vencido y con una tremenda patada volaron las monedas... y volaron astillas, y volaron las teclas.... y la pantalla se quebró y en efecto, también volaron vidrios. -“¡En la madre! ¡¡Ya nos cargó weyes, mejor vámonos de aquí!!” –Gritó por lo bajo Carlo a sus amigos, pero estaba solo en ese cuarto. McGiver iba en la delantera mientras que detrás Fernando, Willy y Beto le seguían la carrera colina arriba.

Para cuando Carlo llegó a la cabaña, no podía ni respirar, apenas pudo distinguir a sus amigos tirados en la cama quebrándose de la risa. -“¡¡Jajajaja!! Espero que no nos hayan visto, y por cierto ¿dónde está José?” –Se preguntó Willy. –“El wey corrió al lobby del hotel, no se porqué dio la vuelta si ustedes venian en bola para acá”. –respondió con la voz agitada Carlo. Pero no pasarían 10 minutos cuando José entraba a la cabaña, y detrás de él la vieja profesora de los 5 alumnos y en el pasado tal vez hasta del chofer. –“¡A VER MUCHACHOS! José no quiso decirme quien fue, ¡asi de que TODOS se quedan castigados encerrados en una de las cabañas más abajo!, ¡órale para fuera todos!. –Sentenció la ruca que parecía desmayarse del coraje.

Pasaron toda la tarde en una de las cabañas donde había una puerta dentro que comunicaba con la cabaña de al lado. Hubiera sido divertido si les hubiera tocado una de esas y unas chicas al lado, pero ahora castigados no pensaban en mucho. –“Ánimo, vamos a jugar a la mímica, uno actua y los demás adivinamos” –despertó McGiver a todos de su letargo de aburrimiento, pues ya tenían unas 3 horas ahi dentro mientras todos seguían en sus cursis actividades en otras áreas del hotel. Pasaron varias interpretaciones, hasta que le tocó jugar a José, no se le ocurría nada así de que decidió actuar como una estrella porno que sólo él conocía por un video en VHS que le encontró a su hermano mayor. –“¡¡AAAhh!! ¡¡¡Me pongo a GATASSSS AAAHHH!!!! –Comenzó a corear con ritmo, mientras todos los espectadores se carcajeaban, José se prendió a un mas y le puso más sabor a su actuación. “¡¡AA QUE RICO AHHH!!, ¡¡¡OH SIII!!!” –Gemía José dándose la divertida de su vida al ver que todos reían sin parar y pareciera que sus quijadas se iban a partir en dos.

Justo en ese momento, comienza a abrirse lentamente la puerta que comunicaba a las dos cabañas, pero entre tantos gritos y risas nadie se dio cuenta, mucho menos José que estaba de espaldas a la puerta. Fernando al levantar la vista en una de las carcajadas, se queda petrificado al ver a la vieja gorda (si se repite mucho esto, es porque en verdad estaba gooorda) parada del otro lado de la puerta, y cómo se llevaba el dedo a la boca en señal de ‘cállate méndigo chamaco o te va ir muuy mal’, por lo que Fernando no hizo expresión alguna, lo que llamó la antención de los demás menos de José. Como si fueran cartas que caen una tras otra, Willy, Beto, McGiver y Carlo voltearon a ver a Fernando, luego a la puerta y por último a permanecer en absoluto silencio. José no comprendía que pasaba, pero al pensar que no estaba siendo lo suficientemente gracioso, subió el tono. –“¡¡¡¡AAAAY SI QUE RICO MAMIII, MAS DUROO SIII, A GATAAAASS!!!!” –Sacaba fuerzas José para gritar mientras fingía estar cogiendo de perrito con todas sus ganas. Una vez se hubiera cansado, miró extrañado a sus amigos, se detubo en su actuación y notó que todos miraban fijamente atrás de él, volteó lentamente y aun sin terminar de ver a la vieja profesora, exclamó para si tan fuertemente que se alcazó a escuchar un quejido: “mierda...”.

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